La psicología detrás de ver los juegos electrónicos: por qué los fans están enganchados

Que ver a alguien jugar un videojuego se haya convertido en un espectáculo con millones de espectadores diarios sigue siendo para una buena parte de la sociedad algo sorprendente. Pero no para quienes llevan algún tiempo sumergidos en el ecosistema gamer, que entienden la realidad, es decir, reconocen el cóctel de factores psicológicos, sociales y tecnológicos que explican por qué engancha tanto mirar cómo jugar una partida. Incluso sitios especializados como BetBrothers España, que ofrecen contenido vinculado al mundo de las apuestas y los eSports, saben bien que el interés por ver videojuegos en directo ya no es una tendencia, es una nueva forma de cultura digital.

Ver cómo otra persona juega a Elden RingValorant o al FIFA no tiene nada de pasivo, no escapa nadie a su influjo, quien lo ve, se implica emocionalmente. Y es que, lo que ocurre en la pantalla no es solo un juego, se trata o debe entenderse como una historia que se desarrolla en tiempo real, igual que ocurre con un evento deportivo, con decisiones inesperadas, tensión, errores humanos, triunfos épicos... Todo eso genera una conexión directa con el espectador, que se siente dentro del relato.

Lo que engancha es, por supuesto, el gameplay (la forma en que se juega a un videojuego), pero, también, la experiencia colectiva. El chat en vivo, los comentarios de otros fans, los memes internos del canal... Cada streamer es, en realidad, el líder de una comunidad, y cada transmisión es una especie de encuentro social virtual. No es raro que cada vez más aficionados tengan una pestaña de Twitch abierta todo el día, como quien pone la radio de fondo.

Además, para quienes también se sienten atraídos por las emociones fuertes de la competición, seguir los torneos de eSports tiene el aliciente extra de las predicciones. Plataformas especializadas lo saben y por eso ofrecen promociones o rankings actualizados con los mejores bonos de bienvenida para apuestas, adaptados al universo gamer. Apostar en una partida de CS:GO o LoL ya no es una rareza, sino que forma parte del ritual en este entorno lúdico.

Dopamina, recompensa y efecto espectador

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Desde un punto de vista más técnico, el cerebro libera dopamina, la famosa "hormona del placer", cada vez que experimenta algo emocionante, novedoso o placentero. Y eso ocurre también cuando ve a otros conseguirlo. Si el streamer que se sigue consigue un objetivo difícil, hace una kill espectacular o gana una partida imposible, el cerebro del aficionado reacciona igual que si estuviera al mando.

Ver videojuegos también activa lo que en psicología se conoce como aprendizaje vicario, que no es otra cosa que aprender viendo cómo otros lo hacen, sin necesidad de lanzarse al reto. Para muchos, esto reduce la ansiedad de enfrentarse a juegos complejos, y a la vez despierta la motivación para probarlos más adelante con más seguridad.

Por otro lado, los directos suelen estar llenos de gratificaciones rápidas, comentarios divertidos, recompensas visuales, sorteos, saludos personalizados... Todo eso mantiene la atención enganchada durante horas. Es un estímulo constante que, bien gestionado, genera bienestar y compañía.

La IA también elige

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Otro factor clave que a menudo pasa desapercibido es el papel de la IA. Plataformas como Twitch o YouTube utilizan algoritmos que analizan los hábitos de visualización para ofrecer exactamente lo que se quiere ver. En el caso de que se haya estado viendo speedruns de Super Mario 64, se recibirá una lista de canales similares. Cualquier cosa que hagas online, el algoritmo lo sabe y lo usa.

Este tipo de personalización hace que cada experiencia sea única y extremadamente eficiente a la hora de captar la atención del usuario. No es casualidad que se acabe viendo ese directo "solo por cinco minutos" y se termine tres horas después. La IA hace su trabajo con precisión quirúrgica.

Nintendo Switch y el espectador que también juega

Lo interesante es que las líneas entre jugador y espectador se han ido diluyendo, cada vez más retransmisiones ya no son solo para mirar, sino para interactuar. Hay minijuegos en directo, votaciones que influyen en lo que hará el streamer, dinámicas con la audiencia... Y esto se ve aún más en consolas como la Nintendo Switch que, gracias a su naturaleza híbrida y su enfoque cooperativo, facilita que el usuario pase con naturalidad de la pantalla del directo a su propio mando.

También hay streamers que, en pleno directo, invitan a su comunidad a unirse a la partida. Así se genera una experiencia más cercana, donde el espectador puede dejar de serlo en cualquier momento. La barrera desaparece, y eso refuerza el vínculo emocional con el canal.

De China al mundo, un fenómeno global

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Este fenómeno, por supuesto, no es exclusivo de Occidente. En China, por ejemplo, el crecimiento del sector de videojuegos y eSports ha sido meteórico, hasta el punto de que el propio gobierno ha tomado cartas en el asunto para regular su desarrollo.

Allí, plataformas locales como Huya o Douyu generan millones de visitas al día, y los streamers son tratados como auténticas estrellas del espectáculo.

Este empuje global demuestra que ver videojuegos se ha convertido en un lenguaje común, compartido por millones de personas de culturas muy diferentes. Y aunque los títulos cambien, el patrón psicológico se mantiene, busca emociones, comunidad, distracción, aprendizaje y un espacio donde sentirse parte de algo.