Intel, Qualcomm y Micron se unen a TSMC y acorralan a Trump por los aranceles a los materiales de fabricación de chips
En plena carrera tecnológica global, tres gigantes estadounidenses de los chips, Intel, Qualcomm y Micron, están intentando frenar lo que consideran un paso en falso por parte de la administración Trump: la imposición de nuevos aranceles sobre materiales de semiconductores. Temen que estas medidas, lejos de reforzar la industria nacional, terminen por dañar sus operaciones, encarecer productos y poner en riesgo su competitividad internacional. Curiosamente, es el segundo intento tras las amenazas de TSMC que se pone sobre la mesa de La Casa Blanca. ¿Qué temen exactamente los gigantes estadounidenses?
Las tres compañías han hecho llegar al Departamento de Comercio sus respectivas preocupaciones, uniendo fuerzas para solicitar una revisión de los posibles aranceles y proponiendo alternativas. El mensaje común: si no se actúa con precisión, el remedio puede salir más caro que la enfermedad, especialmente en un sector tan globalizado y sensible como el de los semiconductores.
Intel, Qualcomm y Micron se unen contra los aranceles de Trump en materiales para la fabricación de chips
Se le complica la jugada a Trump, que poco a poco está poniendo a su principal industria en su contra, y donde curiosamente, la UE ha conseguido ahora una prórroga en sus aranceles para seguir negociando, donde los chips están siendo un punto clave junto con el asunto de Ucrania y el déficit comercial.
Intel, por ejemplo, ha sido clara al destacar que tanto las obleas fabricadas en territorio estadounidense como aquellas elaboradas con tecnología nacional deberían quedar fuera de cualquier política arancelaria. Consideran que encarecer las materias primas importada, clave para la producción de chips, afectará directamente a los costes finales, perjudicando a la propia industria local. También proponen que se valore dónde ocurre el proceso más crítico de la fabricación, como la creación de obleas, para determinar el origen del producto en caso de aplicar aranceles.
Además, Intel plantea que se exima de impuestos a determinados equipos de producción y materiales que son esenciales, ya sea por su escasa fabricación nacional o por su importancia estratégica para la seguridad del país. También insisten en evitar una acumulación de tasas: cualquier nueva tarifa debería sustituir a las anteriores, no sumarse a ellas.
La cadena de suministro y el I+D, dos preocupaciones más sumada a la de la fabricación
Por su parte, Micron se alinea con muchas de estas ideas, pero pone el foco especialmente en los productos finales. El fabricante de memoria estadounidense ve con preocupación que, pese a desarrollar toda su I+D en su país, Estados Unidos, sus productos puedan recibir el mismo trato que los fabricados por empresas extranjeras (léase Samsung y SK Hynix). Su cartera incluye componentes como SSD y DRAM que podrían volverse menos competitivos si se aplican tasas sin distinción, afectando gravemente a sus ingresos.
Qualcomm, aunque no es fabricante como tal y sí diseñador, lanza una advertencia más estratégica. La compañía recuerda que la industria del chip funciona en base a una cadena de suministro extremadamente compleja y global. Alterar ese equilibrio puede provocar consecuencias impredecibles, abriendo la puerta a que países competidores aprovechen cualquier debilidad.
En su caso, el acceso fluido a mercados internacionales es vital para mantener su liderazgo en tecnologías como el 6G o la Inteligencia Artificial, sin olvidar los SoC Arm, donde ahora domina por encima de Apple por primera vez.
Trump quiere copiar el modelo de China de exportación
La preocupación de fondo es clara: si se impulsan aranceles sin tener en cuenta los matices del sector, Estados Unidos podría terminar dañando a los mismos actores que busca proteger.
Intel, Qualcomm y Micron, sin olvidar a TSMC, coinciden en que, en lugar de elevar barreras a modo de aranceles a los materiales de los chips, la estrategia debe pasar por facilitar la producción, proteger las inversiones locales y mantener abiertas las rutas de colaboración internacional que han permitido al país estar en la vanguardia del silicio durante décadas.
El problema de base es que Trump tiene muy claro que todo tiene que hacerse en su suelo, y si para eso se tienen que cerrar algunas puertas, pues habrá que sufrir ese dolor, porque el objetivo final no es solo ese, sino impulsar las ventas de sus empresas hacia el extranjero, desde su mercado, producción y diseño, tal y como hace China con sectores estratégicos, a futuro.