China intentó responder a EE.UU. y ha fallado: las prohibiciones de metales no surten efecto con Trump

La creciente rivalidad comercial entre Estados Unidos y China ha dado un giro importante con la última medida de Pekín, que ha decidido restringir la exportación de ciertos metales estratégicos hacia el país norteamericano. Esta acción, tomada en respuesta a las nuevas restricciones impuestas por Estados Unidos el lunes, refleja la importancia de estas materias primas para sectores clave como la industria de los semiconductores, en la que China juega un papel crucial debido a su gran dominio sobre la producción global de metales raros. Pero a tenor de nuevos datos, China ha fallado, la prohibición de metales para chips no surte efecto en EE.UU.

Pekín reaccionó rápidamente a las sanciones comerciales de Estados Unidos, implementadas con el objetivo de intensificar la competencia contra las empresas chinas. En menos de 24 horas, China anunció un endurecimiento de sus políticas de exportación de galio, germanio y antimonio, metales vitales para la fabricación de tecnologías avanzadas, y es la segunda vez que esto pasa.

China dispara y falla: la prohibición de exportación de metales para chips a EE.UU. no surte el efecto deseado

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Aunque estos metales parecen poco comunes en términos de demanda global, China, al ser el mayor productor y poseedor de las mayores reservas de estos elementos, tiene un control significativo sobre el mercado, por no decir casi total, dado el porcentaje de estos metales en su suelo.

El galio y el germanio, por ejemplo, aunque de bajo consumo en la mayoría de los países occidentales, tienen una importancia crítica en la producción de chips y semiconductores. En el caso del galio, China es responsable de aproximadamente el 90% del suministro mundial, mientras que otros países, como Japón y Alemania, son fuentes secundarias importantes para Estados Unidos. En comparación, la demanda de galio en los EE.UU. es considerablemente alta, alcanzando las 19,000 toneladas anuales, mientras que los demás países productores combinados solo alcanzan una cifra mucho más baja.

Sin embargo, la situación no es tan alarmante como podría parecer a primera vista. Aunque la prohibición de exportaciones puede generar una sensación de crisis, el mercado global tiene cierta capacidad de adaptación. En cuanto al antimonio, por ejemplo, Estados Unidos posee reservas suficientes, con más de 60,000 toneladas almacenadas, lo que representa una capacidad significativa para satisfacer su demanda de 23,000 toneladas anuales.

Además, países como Australia y Bolivia cuentan con grandes reservas de estos metales, lo que disminuye el impacto de las restricciones de China. En otras palabras, la segunda restricción de China a EE.UU. en estos metales para chips va a tener un impacto mínimo por los movimientos previos de los estadounidenses, que aprendieron rápido.

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Por otro lado, el impacto en el suministro de germanio es más manejable debido a su menor demanda y la existencia de alternativas. Los productores de este metal, aunque limitados, podrían hacer frente a una reducción en las exportaciones chinas, dado que la industria estadounidense no depende tanto de él como lo hace con el galio. Aun así, el desafío más grande se presenta con este último metal, ya que su escasez podría afectar significativamente la producción de dispositivos electrónicos de alto rendimiento.

Estados Unidos, ante este panorama, tendrá que buscar soluciones alternativas para garantizar el suministro de estos metales esenciales. Una posible estrategia es reactivar fuentes de producción previamente inactivas en países como Japón, que ya ha sido un importante proveedor de galio para EE.UU. en años recientes. Además, las reservas de estos metales en otras partes del mundo podrían aliviar parte de la presión, aunque la dependencia de China sigue siendo un factor determinante en el equilibrio global de este mercado.

Aunque las restricciones chinas a las exportaciones de metales raros a Estados Unidos podrían generar incertidumbre, la respuesta de Pekín parece estar más dirigida a ejercer presión en la competencia tecnológica que a causar una crisis inmediata. La industria estadounidense tendrá que adaptarse, buscando nuevas fuentes de suministro y aprovechando las reservas existentes, mientras que China sigue consolidando su papel como líder en la producción de metales esenciales para las tecnologías del futuro.