Las prohibiciones de materiales para chips por parte de China elevan el precio del galio a su punto más alto en 13 años
Como vimos la semana pasada, China ha prohibido la exportación de galio, germanio y otros materiales estratégicos hacia Estados Unidos como respuesta a las sanciones tecnológicas impuestas por este último, sobre todo en IA. Estas restricciones han desatado una escalada de tensiones comerciales y generado incertidumbre en sectores clave como los semiconductores, los paneles solares y la industria militar, aumentando significativamente los precios y destacando la dependencia global de China en minerales críticos. ¿Quién ganará el pulso? ¿Es suficiente esta prohibición de materiales para chips por parte de China y encabezada por el galio?
La medida, además de ser una advertencia contra los intentos de frenar el avance tecnológico chino, pone en evidencia la fragilidad de las cadenas de suministro globales. Las industrias afectadas enfrentan dificultades para encontrar fuentes alternativas, mientras que Estados Unidos y Europa buscan reducir su dependencia a largo plazo. No obstante, establecer nuevas capacidades de extracción y procesamiento requiere tiempo y grandes inversiones, dejando al mercado vulnerable a crisis de suministro y costos elevados en el corto plazo.
China muestra su fuerza con el Galio: el precio sube casi un 20%
China es el líder indiscutible en la producción y procesamiento de minerales como el galio y el germanio, esenciales para tecnologías modernas y sectores militares. Concretamente, produce el 94% del galio mundial, gracias a su posición dominante en la refinación del aluminio, del cual el galio es un subproducto, pero esto ya seguro que lo sabemos. La reciente prohibición a la exportación de estos materiales surge como represalia clara ante las restricciones estadounidenses en semiconductores avanzados y otras tecnologías.
Lo que no sabemos, y aunque las restricciones no son absolutas, es que han generado incertidumbre y especulación, disparando el precio del galio un 17% en apenas una semana. Este metal es crucial en semiconductores y chips de alto rendimiento, sin sustitutos viables en el corto plazo, lo que somete a sectores como la electrónica, la energía renovable y la industria aeroespacial a una presión significativa.
Y la cosa no termina aquí, puesto que materiales como el grafito están amenazados, y ya sabemos lo que le supone a las baterías de los coches, por ejemplo.
La gran paradoja de China para dominar los metales
Que el dominio de China es enorme en este tema es bien sabido, lo que puede que no se sepa tanto es que lo es porque ha invertido más que nadie en todo lo que tiene que ver con la extracción y procesamiento. Por ejemplo, aunque solo posee el 8% de las reservas globales de litio, controla el 58% del procesamiento mundial. La misma tendencia ocurre con el níquel de Indonesia o el cobalto de la República Democrática del Congo, que dependen del procesamiento chino para integrarse en las cadenas de suministro de baterías.
Este dominio preocupa a economías occidentales, especialmente en un contexto donde los vehículos eléctricos y las energías renovables son clave para enfrentar la "crisis climática". A corto plazo, la falta de alternativas viables impide reducir la dependencia de China, ya que desarrollar capacidades propias requiere años de inversión y altos costos.
Mientras tanto, la reciente sobreproducción de litio en China ha hecho caer los precios un 80% en un año, dificultando que otros productores se mantengan en el mercado y consolidando aún más la posición china.
La llegada de Trump pondrá más presión a la guerra comercial y tecnológica contra China por los materiales para los chips
Está claro que China sabe jugar perfectamente a este juego, tienen un plan a largo plazo mientras que el resto de países no va más allá de lo que el político de turno tenga en el panorama más cortoplacista, y salvando a EE.UU., que es dirigido desde las sombras, no parece haber nadie que tenga tan claro cómo y dónde hay que poner el dinero.
El problema es que el juego, al final, lo van a acabar ganando, puesto que los precios van a subir más si cabe para tecnologías del futuro y se tardarán años, por no decir alguna década, en poder ponerse a la altura de lo que están hoy en temas tan complejos como estos.
Entre tanto, la guerra comercial sigue su curso, nosotros le cortamos el hardware y la IA, ellos exportaciones varias, materiales y metales, y dentro de poco nos prohibirán entrar en su mercado directamente. ¿Quién gana y quién pierde en este tira y afloja? Por lo pronto, nadie. Si China no tiene chips ni acceso a la IA, el resto de enemigos de Xi Jinping está viendo como el precio del galio se dispara y más tarde el resto de materiales según los vaya prohibiendo China.