Alemania inyectará a su sector de chips 2.000 millones para no depender de China tras la espantada de Intel
Alemania, tras la recogida de cable de Intel, está reforzando su apuesta por el sector de semiconductores con una inversión cercana a los 2.000 millones de euros en chips (2.110 millones de dólares). El objetivo de esta medida es aumentar su capacidad de producción de chips. Este esfuerzo se enmarca en una estrategia más amplia para fortalecer la industria tecnológica europea y reducir la dependencia de fabricantes asiáticos, una preocupación creciente tras las interrupciones de la cadena de suministro durante la pandemia de COVID-19 y las tensiones geopolíticas globales. ¿Es suficiente 2.000 millones cuando a Intel se le iba a dar 5 veces más?
La iniciativa llega pocos meses después de que Intel, la gigante estadounidense de semiconductores, cancelara su ambicioso proyecto de construir una FAB de chips de 30.000 millones de euros en Magdeburgo, Alemania. A pesar de este revés, el gobierno alemán busca atraer inversiones y fomentar un ecosistema competitivo en el sector.
Alemania meterá solamente 2.000 millones con el objetivo de no depender de China
Según Annika Einhorn, portavoz del Ministerio de Economía alemán, estos fondos están destinados a fomentar el desarrollo de tecnologías de vanguardia en la producción de chips. La funcionaria destacó que los proyectos financiados deberán crear un ecosistema de microelectrónica “fuerte y sostenible” tanto en Alemania como en Europa. Además, señaló que las inversiones se dirigirán a entre 10 y 15 proyectos enfocados en áreas como la producción de obleas en bruto y el ensamblaje de microchips. “El monto rondará los mil millones de euros”, precisó Einhorn.
El Ministerio también ha instado a las empresas de semiconductores a presentar solicitudes para acceder a estos subsidios. Esta iniciativa refleja una tendencia global: muchos gobiernos están inyectando recursos en la industria de chips para garantizar la producción local de estos componentes esenciales, desvinculándose de China y aprovechando el empuje de TSMC en nuestro suelo.
En un contexto europeo, la Unión Europea se ha planteado duplicar su cuota en el mercado mundial de semiconductores para 2030. Esta meta responde a las preocupaciones sobre la vulnerabilidad de las cadenas de suministro y la fuerte dependencia de Asia. La estrategia busca no solo mejorar la resiliencia del bloque frente a futuras crisis, sino también posicionarlo como líder en innovación tecnológica, pero sin Intel en el juego, esto es complicado realmente.
La crisis del sector de la automoción, liderado por Volkswagen, no hace que Europa sea alcista con las inversiones públicas en empresas privadas
No obstante, Alemania ha enfrentado obstáculos en su camino hacia la consolidación de esta industria. En octubre de 2024, el Financial Times informó sobre la suspensión de una fábrica de chips de 3.000 millones de euros en Ensdorf, un proyecto liderado por Wolfspeed y ZF Friedrichshafen. Este retroceso se atribuyó a una adopción más lenta de los vehículos eléctricos en Europa, lo que ha reducido la demanda de los chips de carburo de silicio que dicha planta planeaba fabricar.
Pero al mismo tiempo, no tenemos grandes empresas de chips al nivel de Samsung, Intel o la propia TSMC. Esos 2.000 millones irán a la industria anexa de chips en Alemania, que es necesaria sin duda, pero Europa debería de empezar a crear a gigantes dentro de los chips, como lo es ASML en los escáneres litográficos, y para eso se necesita mucho más que el dinero que van a poner en la mesa.
Igualmente, es una buena noticia que Europa no se esté durmiendo en los laureles y que sigamos empujando poco a poco para ser más independientes de otros países o altitudes. Al fin y al cabo, el globalismo como lo conocíamos, ha muerto desde hace algunos años.