Biden dejará la presidencia de EE.UU. cercando a China en IA: adiós a la inversión en el país de Xi Jinping por parte de sus empresas

Un nuevo capítulo llega hoy desde el país de las barras y las estrellas, puesto la pugna tecnológica final entre Estados Unidos y China se avecina. Según documentos oficiales filtrados, EE.UU. se encuentra en las últimas fases de un proceso que limitará significativamente las inversiones de sus ciudadanos y empresas en el sector de la IA en China. Es la estocada final de Biden antes de dejar sitio al nuevo vencedor de las elecciones del mes que viene.

Estas restricciones, que se enmarcan dentro de una orden ejecutiva firmada por Joe Biden en agosto de 2023, buscan evitar que el conocimiento y los recursos estadounidenses contribuyan al fortalecimiento del poderío militar chino. Por ello, y con el poco tiempo que queda tras estudiar todo el plan a llevar a cabo por más de un año, Biden quiere cerrar su mandato complicándole al máximo las cosas a su gran rival mundial.

EE.UU. limitará las inversiones de ciudadanos y empresas americanas en IA para China

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Además de la IA, las nuevas regulaciones que se llevan estudiando todo este tiempo también afectarán a sectores estratégicos como los semiconductores, la microelectrónica y la computación cuántica. Por tanto, el golpe de Biden es múltiple e intentará ser certero basándose en nuevas restricciones y limitaciones que complementen las ya existentes, o añadan nuevas.

La Oficina de Administración y Presupuesto, instancia encargada de revisar las regulaciones federales antes de su publicación, tiene actualmente en su poder el borrador final de estas medidas. Históricamente, este paso ha precedido en pocos días a la promulgación oficial de las normas, es decir, estamos a punto de ser testigos del último golpe de Biden a Xi Jinping.

"Todo indica que la Casa Blanca quiere hacer públicas estas restricciones antes de las elecciones de noviembre", afirmó Laura Black, exfuncionaria del Tesoro y actual abogada en Akin Gump.

Black subrayó que, por lo general, el Departamento del Tesoro otorga al menos un mes de plazo para que el público se prepare ante la entrada en vigor de nuevas regulaciones, así que ya podemos entender el impacto que esto va a tener tanto en EE.UU. como en China en lo referente a las inversiones en IA, semiconductores y todo lo cuántico.

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En junio pasado, el Departamento del Tesoro presentó un borrador de las normas, el cual generó un intenso debate público y permitió a inversores y empresas presentar sus observaciones. Sin embargo, la versión final podría incluir modificaciones sustanciales.

Un portavoz del Departamento del Tesoro declinó hacer comentarios al respecto. Igualmente, Laura Black anticipó que las normas definitivas ofrecerán mayor claridad sobre el alcance de la prohibición en el ámbito de la IA, así como sobre los criterios que definirán las inversiones consideradas de riesgo. En otras palabras, van a cambiar de tercio el juego con China y serán mucho más estrictos con todo dólar que pretenda llegar al país asiático.

El proyecto de normas inicialmente prohibió las transacciones relacionadas con el desarrollo de sistemas de IA que requirieran una capacidad computacional considerable y que estuvieran diseñados para ciertos usos específicos. Asimismo, obligó a notificar al gobierno aquellas inversiones que no estuvieran explícitamente prohibidas. Dicho de otro modo, control casi total.

No obstante, el borrador también incluyó una serie de excepciones, como las inversiones en fondos indexados o mutuos, ciertas operaciones en sociedades limitadas y algunas financiaciones de deuda sindicada.

Una vez más, la seguridad nacional por bandera, consecuencias para todo el planeta

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La inminente implementación de estas restricciones representa un punto de inflexión en las relaciones comerciales y tecnológicas entre Estados Unidos y China. Si bien el objetivo declarado es proteger la seguridad nacional, las consecuencias de estas medidas se sentirán a nivel global.

La inversión en IA, considerada un motor clave del crecimiento económico en el siglo XXI, se verá significativamente restringida. Empresas estadounidenses y chinas deberán replantear sus estrategias y buscar nuevas vías de colaboración, si es que eso es posible con el mandatario que se alce con el poder en EE.UU. a partir de las elecciones, que parece que no.

Además, la incertidumbre regulatoria podría desalentar la inversión en ambos países y generar tensiones geopolíticas, más de las que ya hay. Lo que parece claro es que va a haber dos grandes grupos: occidente y sus aliados, y los BRICS. Unos van a tener el control y la innovación más puntera en IA, con el mejor hardware, y otros la producción en masa de todo a precios muy bajos.

Ahora falta concretar otros sectores como los coches eléctricos o de hidrógeno, los minerales, las materias raras o todo lo relacionado con la energía verde, léase generadores para turbinas para aire o agua. Si los chips y la IA son una guerra divisoria, la de la energía y lo eco sostenible será lo siguiente con total seguridad.