La PS5 Pro está dirigida a usuarios «hardcore»: su precio sin el lector podría ser la causa de su fracaso
Sony es una compañía que ha sido conocida por crear electrónica de consumo de todo tipo, desde cámaras de foto y vídeo a TV, móviles y otros dispositivos como las consolas PlayStation. La primera de ellas salió a finales de 1994 y desde entonces, vamos ya por la PlayStation 5 y en unos meses llegará la versión Pro. La PS5 Pro ha sido criticada duramente por su precio, y es que este es mucho más elevado de lo que creíamos y sumando la falta de lector por 800 euros, esto podría llevarla a un fracaso en ventas. Sony está en una situación donde las cifras de ventas determinarán si su plan ha funcionado o acaba siendo un desastre.
Cuando Sony lanzó su primera consola PlayStation, esta se convirtió en la más vendida de esa generación y logró superar a la competencia fácilmente. Esta empleaba un CD-ROM como otras consolas tales como la Sega CD o la Panasonic 3DO, pero a diferencia de estas, Sony logró vender nada menos que 104 millones de unidades en 10 años, descontinuando por fin la consola en 2006. La PlayStation 2 que la siguió no solo fue mejor en todos los aspectos, sino que a día de hoy, se considera la consola más vendida de la historia. Con la PSP, PS3, PS4 y PS5 no logró llegar a las cifras de ventas de la PlayStation 2, pero igualmente tenemos 82 millones, 87 millones, 117 millones y 61 millones, respectivamente.
Sony ha enfocado mal la consola a los usuarios hardcore, la falta de lector de discos podría salirle caro
La PS5 está teniendo un buen número de ventas teniendo en cuenta que aún no ha cumplido los 4 años desde su lanzamiento y al igual que pasó con la generación pasada, Sony ha decidido lanzar una versión más potente. La PS5 Pro es una consola que ofrece una GPU considerablemente más potente y logra tener un 45% más de rendimiento base, algo que va a más si añadimos el reescalado PSSR. Hace poco vimos la gran calidad que puede ofrecer la PS5 Pro en juegos como Final Fantasy 7 Rebirth donde llega a 4K y 60 FPS con el reescalado.
Sin embargo, estamos hablando de pagar 800 euros por la versión sin lector y 920 euros por el modelo que lo tiene incluido. En el último vídeo de Moore's Law is Dead, el director de arte de Massive Damage Studios, Bryan Meemsherk, indica que las decisiones de Sony con la consola en cuanto a dejar de lado el lector son cuestionables. Según comenta, la PS5 Pro está dirigida a los jugadores más "hardcore" y estos son los que precisamente no tocan el PC y compran los juegos en físico, buscando también ediciones especiales. Dejar el lector de lado en la PlayStation 5 Pro podría haber sido un error por parte de Sony si quiere satisfacer a ese público.
El futuro de la PS5 Pro dependerá de las ventas, si son un fracaso, el precio tendrá que bajar considerablemente
Todos aquellos que tenían pensado comprar la PS5 Pro en formato digital para así luego adquirir el lector de discos por separado, se han encontrado con la cruda realidad de ver como este último se agotó rápidamente. Por tanto y salvo que haya mucho stock próximamente, la única opción que queda para aquellos jugadores que quieren la mejor consola y lector va a ser gastar más de 900 euros. Este elevado precio es algo que, sin duda, echa para atrás a la mayoría de compradores. Los clientes potenciales que han sido atraídos por esa promesa de una mayor potencia y la capacidad de jugar a 60 FPS estables, han tenido que retirarse al ver el coste.
Estamos hablando de comprar una consola por un precio casi igual al de adquirir 2 PS5. Por otro lado, se cree que Sony ha optado por lanzar una consola mucho más potente y con ese precio para conseguir sacar por fin márgenes de beneficios y no repetir las pérdidas que se experimentaban con la PS5, PS4 o PS3. Estas consolas en su lanzamiento inicial no generaban apenas beneficios por ventas y si con la PS5 Pro logran vender bastantes unidades, se podría justificar una futura PS6 más cara o incluso las demás compañías podrían seguir este método. En cambio, si la consola resulta ser un fracaso, la empresa japonesa tendría que empezar a bajar su precio considerablemente para intentar incentivar las ventas.