Mercedes no lo ve claro: «Tendremos motores eléctricos y de combustión electrificados hasta bien entrada la década de 2030», ¿fracaso de las normas en la UE?
Mercedes-Benz, en sus resultados anuales para 2023, revela una reducción en sus ambiciones para los vehículos eléctricos, contrariando su plan de electrificación anunciado en 2021 que proyectaba la venta exclusiva de vehículos eléctricos de batería para 2030 en países con la infraestructura adecuada. Mercedes ahora prevé que solo la mitad de sus ventas totales estén compuestas por vehículos eléctricos, incluidos híbridos y BEV, el resto serán de combustión, en la segunda mitad de la década de 2030. ¿Están fallando las normas de la UE?
Aunque Mercedes sigue comprometido con la transición hacia la electrificación, planea ofrecer una variedad de opciones de propulsión, incluyendo motores de combustión electrificados, hasta bien entrada la década de 2030. Esto choca frontalmente con las primeras previsiones que presentaron cuando lanzaron su programa de coches eléctricos, por lo que si el mayor fabricante y más innovador en este segmento está reculando...
Mercedes cambia sus planes: "Tendremos motores eléctricos y de combustión electrificados hasta más allá de 2030"
Si hay una tormenta perfecta que va a sumir en la miseria más absoluta uno de los pocos sectores donde Europa era fuerte, esa es la del coche eléctrico. Normativas anticontaminación cada vez más exigentes, fechas para terminar con el motor a combustión prácticamente inasumibles, expectativas con el coche eléctrico irreales en países con orografías tan variopintas como las de España, y un sin fin de despropósitos que están enterrando todo un plan con muchas fisuras.
La decisión de Mercedes refleja una evolución gradual en la percepción de la viabilidad de la electrificación en la industria automotriz. El CEO de la marca, Ola Kaellenius, ya había advertido en septiembre pasado sobre la falta de preparación de Europa para una transición completa a vehículos totalmente eléctricos para 2030.
Otras marcas como Renault o el grupo VW también se quejaron, pero nada ha hecho retroceder a los burócratas de Bruselas. El problema, como siempre pasa, es que la realidad golpea, fuerte, duro, y guste o no, pone en su sitio a todo el mundo, y vistos los datos a nivel mundial, el crecimiento de las ventas de vehículos eléctricos muestra signos de desaceleración, lo que algunos interpretan como un reflejo de las expectativas exageradas en torno a esta tecnología.
Costes, infraestructura y sostenibilidad
Toyota ya lo dijo hace dos años y en Europa y EE.UU. se lo tomaron como una broma, pero la realidad les está dando la razón a los japoneses. El coste de las baterías es todavía muy alto, la durabilidad no avanza como se esperaba y la seguridad es un punto donde no se está a la altura de un coche de combustión, ni de lejos.
La infraestructura de carga, al menos en países menos desarrollados, es prácticamente de risa. Por tanto, la mejor salida que tiene Europa es primar la venta de coches híbridos, sean Mild-Hybrid o PHEV, que por otro lado ya vimos que eran los más fiables, porque lo puramente eléctrico solo son para países con unas nóminas a final de mes netamente superiores a la de los países del sur y el este de Europa.
Por ello, si bien la industria automotriz continúa avanzando hacia la electrificación, es evidente que el camino hacia una flota completamente eléctrica está marcado por obstáculos significativos que requieren soluciones innovadoras y una transición gradual para garantizar su viabilidad a largo plazo.
Marcas que van, o podrían, desaparecer
Mercedes lo tiene claro, está virando, y es, curiosamente, la mejor posicionada en Europa dentro de las marcas del continente. Tesla está en un juego distinto al no tener motores de combustión y fiarlo todo a lo eléctrico, y no está exenta de problemas pese a no tener que hacer transición en las FAB. Mientras, los vehículos chinos, que quieren dinamitar el mercado americano y el europeo, se van a encontrar con nulas subvenciones y seguramente aranceles en breve, puesto que en poco tiempo la huella de carbono se calculará en origen y no en destino para el producto.
Sin duda, pase lo que pase al final, es un cóctel que está mal mezclado y ejecutado por parte de la UE, otro más que va a dar al traste con muchas de las marcas europeas, empezando por Seat y terminando, si nada lo impide, con Audi.