Así está destruyendo la industria de los coches china a la europea a base de tecnología, ¿no será suficiente retirarles las ayudas?

China está desafiando a Europa en su propio mercado, nada nuevo hasta aquí. Llevamos años escuchando que se van a comer a las marcas europeas por muchos motivos, pero la forma de hacerlo es realmente interesante de analizar. El principal es el menor precio, pero esta tendencia de costes a la baja está forzando a las empresas europeas a enfocar las estrategias de una manera más competitiva, lo cual fuerza al mismo tiempo a los proveedores y la industria en general. ¿Está destruyendo silenciosamente China a industria europea en el sector de los coches porque no podemos igualarlos?

El regreso del Salón del Automóvil de Ginebra, después de una pausa de cuatro años, deja ver las diferencias entre los fabricantes de automóviles tradicionales de Europa y el enfoque chino. Es tan evidente que vamos por detrás que solo tres grandes marcas de nuestro continente tienen presencia en la exposición, mientras que las marcas chinas quieren hacerse hueco para entrar dada la cantidad que hay. Un buen ejemplo de lo que viene...

La industria de los coches china está machacando a la industria europea y estos son los principales motivos

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Varios temas a tratar aquí. El primero es que los fabricantes chinos se benefician de una cadena de suministro altamente integrada, lo que les permite producir vehículos a costos más bajos en comparación con los fabricantes europeos que dependen en gran medida de proveedores externos.

Esta diferencia en la estructura de la cadena de suministro está permitiendo a los fabricantes chinos ofrecer precios más competitivos en el mercado europeo, lo que representa un desafío para los fabricantes nacionales que buscan mantener sus márgenes de ganancia.

El segundo problema es algo que Tesla vio venir: los tiempos de transición. Y no solamente en las FAB, sino desde el diseño, la tecnología y el cambio de motores de combustión a los eléctricos en general. Esto último se denomina como cadenas de suministro dual y no es más que el paso de la combustión a lo eléctrico, que al mismo tiempo obliga a tener distintas líneas de producción, algo que como vimos la semana pasada Mercedes ya daba por hecho que se extendería en el tiempo.

El coste de las materias primas y la nulidad que hay en nuestro suelo

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Parte de la guerra de Ucrania y el hecho de que la OTAN se haya metido con Europa en medio es la gran riqueza del suelo de Ucrania. EE.UU. se ha lanzado a buscar distintos yacimientos, Europa negocia con otros países proveedores y todo para no depender de China. Los informes dicen que el níquel y el aluminio están ejerciendo presión en los costes de producción y no ayuda a Europa precisamente.

Los fabricantes europeos quieren reducir costes ahí y presionan, pero no consiguen competir con los precios de China, así que están inmersos en quitarse lo sobrante, empezando por empleados. La rentabilidad manda y aun así, vamos perdiendo el partido.

En este contexto, los fabricantes de automóviles europeos se encuentran en una posición delicada, en la que deben encontrar un equilibrio entre reducir costos para competir con los fabricantes chinos y garantizar la estabilidad de su cadena de suministro. Esto podría implicar intervenir para apoyar a los proveedores en dificultades o buscar nuevas estrategias para mantener su posición en el mercado, algo complejo sin duda.

Las marcas chinas cada vez dependen menos de empresas externas

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Por todo ello, China está destrozando a Europa en materia de coches eléctricos, donde incluso ellos mismos fabrican los componentes íntegros de los coches, es decir, no dependen de ninguna empresa externa.

Fabrican la electrónica, la seguridad, el chasis, incluso los neumáticos en ciertos casos. Son empresas todo en uno, no necesitan a nadie, solo las materias primas de empresas de su mismo país, por lo que controlan todos los procesos, todos los tiempos, todos los precios cuando aquí todo está diversificado y muchas piezas provienen de fuera de la UE.

Por lo tanto, ya no se debate el cómo competir con China, sino en cómo frenarla, algo que EE.UU. tiene muy claro, por ejemplo, con el mundo de los semiconductores. O Europa despierta, o terminará por tener marcas residuales, como mucho de lujo, que venderán mucho menos de lo que ya venden ahora, donde muchas desaparecerán porque otras chinas ocuparán su lugar.