Una empresa de etiquetado de IA contrata a trabajadores de Sudáfrica a 2 euros/hora por ver contenido extremo, ¿Google, OpenAI y Microsoft hacen lo mismo?
Dependiendo del país donde vivamos y la situación económica en la que nos encontremos, nuestra vida a nivel laboral se diferenciará notablemente. Por ejemplo, si estamos en un país donde la pobreza abunda, tendremos que hacer sacrificios y aceptar cualquier tipo de trabajo que pueda llevarnos a una mejor situación económica. En países como Sudáfrica, uno de cada dos jóvenes está desempleado y la desesperación por un trabajo puede llevar a lo que veremos ahora. Sama, una empresa de etiquetado por IA, recluta y contrata a jóvenes trabajadores por un sueldo digno en su país, pero lo que no sabían ellos, era la clase de horrores que tendrían que ver para poder ganarse el salario.
El resultado final de un modelo de IA nos da herramientas tan útiles como ChatGPT, pero para crear una inteligencia artificial tan efectiva, se requieren grandes conjuntos de datos. Aquí nos centramos más en cuanto a texto e información de este tipo, pero en casos como Midjourney o los modelos de Stable Diffusion, todo es a nivel visual, pues generan imágenes. En este último caso hay que tener mucho cuidado con el tipo de contenido que se emplea, ya que si se entrena con contenido que se considera inadecuado, producirá resultados no esperados.
Sama, una empresa de etiquetado de IA, obliga a sus trabajadores a tener que ver contenido atroz
Para llevar a cabo estos entrenamientos usando grandes cantidades de datos, se requiere tener un equipo de moderación que se encargue de filtrar y etiquetar aquellas imágenes y contenido apto para entrenar el modelo de IA, a la vez que se descarta lo demás. Esto se podría hacer de forma automática, pero el resultado no sería ni de lejos igual de fiable que una persona humana a la hora de catalogar el contenido. Con esta premisa, surgen empresas de etiquetado de datos que prometen a los jóvenes de países en riesgo de pobreza, un futuro con un buen trabajo y un salario digno.
Tenemos así el ejemplo de Sama, una empresa de etiquetado de datos para IA con sede en San Francisco, pero que opera también en Sudáfrica. La protagonista de esta historia es Bothokwa Ranta, que viajó a Nairobi desde Johannesburgo tras ser contratada como moderadora de contenido para impulsar la "vanguardia de la IA". El salario, de 2,20 dólares/hora (unos 2 euros/h), era bastante bueno en el país y el edificio de la empresa, moderno y repleto de instalaciones. Parecía un trabajo de ensueño para ella y una docena de jóvenes africanos más, pero la realidad era mucho más turbia.
Ranta y sus compañeros emitieron una demanda contra Sama y Meta
Estos jóvenes trabajadores fueron sometidos a un entrenamiento previo, donde tenían que clasificar y catalogar el contenido que veían en forma de imágenes. Ya en la fase de entrenamiento reconoce que tuvo que ver contenido violento, pero lo peor fue a la hora de ponerse a trabajar en serio. Aquí el contenido que vieron era mucho más fuerte, pues no había ningún tipo de filtro dado que ellos se encargaban de clasificarlo. Ranta indica que tenían que estar sometidos durante horas a ver una enorme cantidad de contenido horripilante que implica abuso sexual, torturas, decapitaciones y violencia de todo tipo. Ella, como madre, indica que el contenido que vio involucrado con la pedofilia fue lo más impactante y duro.
Ella temía que el contenido que viese le "marcara de por vida" y efectivamente ver estas atrocidades ha pasado factura entre los trabajadores de la empresa de etiquetado para IA. Algunos empleados reconocen que tienen síntomas de estrés postraumático, son incapaces de dormir e incluso de interactuar normalmente con otras personas. En 2023, Ranta y sus compañeros de trabajo presentaron una demanda contra Sama y Meta por exposición a contenido dañino. Afortunadamente, hubo un triunfo para los trabajadores, pues en Sama redujeron la jornada a 37,4 horas semanales y se ofrecían beneficios de seguro médico, incluyendo sesiones con psicólogos.