Micropagos y su impacto en los videojuegos
El mercado de los videojuegos es uno de los más importantes del mundo. En la actualidad ya supera al del cine y la música juntos. Su valor se calcula en unos 230.000 millones de dólares, según Statista, y tiene unas previsiones muy optimistas, ya que se estima que podría doblar este valor en unos 6 ó 7 años. Por tanto, las compañías de este sector están muy atentas a la forma de conseguir nuevos clientes y no perder los que ya tienen, pues la competencia es feroz.
¿Qué son los Micropagos en los juegos?
Uno de los pasos más importantes para conseguir este objetivo ha sido la decidida apuesta por el teléfono móvil, desarrollando nuevos juegos para este entorno o adaptando algunos de los actuales (COD Mobile o LOL Wild Rift son buenos ejemplos de ello). Pero, durante este proceso, han descubierto algo realmente interesante. Si bien a muchos usuarios les cuesta hacer un desembolso inicial por el título, hay una fórmula, bastante común en los juegos para móvil, que funciona muy bien: dar la posibilidad de descargar el juego gratuitamente y, luego, dar la opción de hacer compras en él, con pequeñas cantidades que mejoren la experiencia de “Gamer”. Es lo que se conoce como los Micropagos.
El precedente a este sistema eran las conocidas “Demos”, que permitían hacer una prueba para ver si, posteriormente, se acababa haciendo la compra. O, por ejemplo, en el ecosistema de los casinos online, la posibilidad de jugar de forma ilimitada a un tragamonedas sin dinero real, como los que podemos encontrar en webs como Vegasslotsonline ES, donde se ofrece un extenso catálogo de estos juegos para probar gratis. Los micropagos, en cambio, aportan unas posibilidades diferentes, ya que complementan los juegos conocidos como “Free to Play”.
¿Y qué conseguimos con estos micropagos? Nos pueden servir para personalizar a nuestros protagonistas, con apariencia, skins, complementos, vehículos, etc. Este es el caso más común y suele darse en modalidades multijugador en la red, para crear una identidad digital como usuarios. También pueden servir para adquirir activos que faciliten la partida o hagan que tengamos que esperar menos para conseguir nuestros objetivos. O dan acceso a material adicional, como pantallas o minijuegos ocultos.
Aciertos y críticas
Esta fórmula está calando entre los aficionados, pues permite empezar a jugar de forma gratuita, ahorrándose la inversión inicial y poder decidir si se quiere o no gastar dinero en el juego posteriormente; incluso si le gusta lo suficiente para seguir jugando con él. Para los desarrolladores implica una forma de acceder a un público amplio y no renunciar a unos ingresos para poder continuar con su actividad. De hecho, en el año 2021, más de la mitad de los ingresos de los videojuegos vinieron desde el entorno móvil, donde esta modalidad de pagos es muy común.
Por supuesto, esta fórmula también tiene detractores. Principalmente, porque, aunque los pagos pueden ser pequeños, el coste total puede acabar siendo muy elevado para el jugador. Por otra parte, la competición puede ser un tanto injusta si aprovechamos estas compras para tener ciertas ventajas, como acceso a complementos avanzados o a bonificaciones determinadas. Pero eso significa que las compañías no sigan promocionando este método, que empezó a generalizarse hace algunos años por parte de importantes desarrolladoras, como Electronic Arts.
La llegada de la Web3 puede, incluso, afianzar este modelo. Por una parte, porque, a través de los tokens, estos activos que adquirimos pueden pasar a ser completamente de nuestra propiedad, incluso más allá del juego en cuestión; a diferencia de los que ocurre hoy en día, donde estos objetos digitales sólo tienen sentido dentro del juego en concreto. Por otra parte, porque la descentralización de esta web puede llevar a conseguir algo más que complementos, para pasar a obtener parte de la propiedad del juego, una vez más, gracias a los tokens. Incluso se puede afianzar la fórmula del pago por jugar, es decir, que el jugador consigue monetizar sus partidas, habitualmente con criptomonedas, que a su vez puede servir como crédito para obtener nuevos activos.
Lo que parece claro es que los micropagos han llegado para quedarse. Eso sí, requieren una supervisión y unos límites, para evitar que los usuarios acaben llevándose sorpresas desagradables. Los diferentes avances a los que tendremos acceso, como la Web3, pueden potenciar esta fórmula aún más, que ya no es exclusiva del entorno móvil, gracias a su éxito.