Google escucha conversaciones privadas en español y portugués de su asistente virtual
'Ok, Google'. Esas son las palabras que tenemos que pronunciar si queremos hablar con el asistente virtual que la conocida empresa estadounidense ha ido perfeccionando con el paso de los años. Sin embargo, lo negativo de todo esto es que para llegar a la perfección absoluta, Google debe limitar la privacidad de los usuarios, algo que quedó claro hace unas semanas cuando la compañía indicó que una serie de 'expertos en lenguaje' escuchan el 0,2 por ciento de las conversaciones de su asistente.
Ahora, el medio de El País ha contactado con transcriptores de Google, una serie de empleados que se dedican a escuchar grabaciones privadas en diferentes idiomas, entre los que se encuentran el español y el portugués. Según informa el mencionado periódico, estos revisores escuchan alrededor de 5.000 grabaciones a la semana cada uno, y no pertenecen a la firma estadounidense, sino que son trabajadores de una empresa tercera que, en muchos casos, están contratados de 'freelance' y cuyo sueldo no llega en muchos casos al salario mínimo interprofesional.
Según declaraciones de algunos propios empleados, su labor es escuchar grabaciones privadas de usuarios, y verificar si lo que el software de Google Assistant ha entendido y lo que la persona mencionó concuerdan. Sin embargo, el propio asistente virtual también caza conversaciones de forma no autorizada, bien sea por su errónea activación o por otros motivos, y los revisores también escuchan este tipo de conversaciones:
"En los casos en que el micrófono salta de forma errónea, no podíamos transcribir lo que se dice. En algunas ocasiones se escucha: ‘Google, esto no es para ti’. Pero algunos no se dan cuenta y continúan su conversación, que se oye en el audio, aunque no lo escribíamos.
Tampoco podíamos anotar cuando se dicen documentos personales (de identidad, bancarios…). Lo que sí teníamos que transcribir son los números de teléfono móvil y direcciones.
Hay conversaciones familiares, entre amigos, discusiones e incluso charlas íntimas de parejas. También mucha consulta de direcciones y de lugares o tiendas, así como mensajes de tipo sexual y búsquedas de webs pornográficas.
Pasa mucho que la persona dice algo parecido y se activa el micrófono. Algunos se dan cuenta e incluso se asustan, aunque otros siguen con su conversación personal sin saber que se ha activado.
A mis amigos les digo que no le hablen a los asistentes virtuales de cualquier compañía. Que nunca se sabe dónde pueden acabar esos audios…".
vía: ElPaís