Apple basa su nuevo sistema FaceID del iPhone X en la fracasada tecnología de Kinect
Como ya sabréis todos a estas alturas, Apple presentó hace un par de días sus nuevas apuestas para el mercado de este 2017, mostrando ya de manera oficial los terminales que monopolizaban ya las noticias de filtraciones desde hacía semanas: los iPhone 8 y 8 Plus, y el dispositivo estrella, el iPhone X, que se consiguió la atención de todo el mundo al momento de su presentación y que ya ha batido récords como el de ser el smartphone más caro jamás puesto a la venta.
Una de las facetas que Apple más quiso destacar del iPhone X, por no decir la que más, fue su nuevo método de seguridad biométrica o FaceID, un sistema por el cual el dispositivo es capaz de identificar nuestra cara, verificarla con la muestra facial que se haya establecido al habilitar el sistema de seguridad, y desbloquear con ello el teléfono. Sin embargo, esta funcionalidad bajo el nombre de FaceID no es nueva en el mundo de la industria tecnológica, sino que ya lleva entre nosotros muchos años, y se llama Kinect.
El sistema que equipa el iPhone X para lograr que la magia funcione se encuentra formado por un equipo de cámaras y sensores entre los que se encuentran una cámara infrarroja, un 'iluminador IR', que permite detectar las caras en cualquier situación lumínica, y un 'proyector de puntos', que refleja una serie de puntos virtuales sobre la piel de los usuarios para detectar sus expresiones faciales y forma. La idea básica, por la que se rige FaceID, no se distancia en nada respecto al sistema que Microsoft ideó en su momento para crear el dispositivo Kinect, que comenzó a llegar a las casas de los jugadores de Xbox en el año 2011.
En su momento, Kinect fue de utilidad para comenzar a desarrollar un nuevo género de videojuegos con el que el usuario pudiera interactuar de forma más natural, pero terminó siendo un fracaso absoluto ante la cantidad de errores que acumulaba la plataforma y las desventajas que proporcionaba, y sigue proporcionando, al jugar a cualquier videojuego con el controlador especial de los de Redmond en lugar de un mando común con botones. Ante esto, Apple ha querido modernizar en ciertos aspectos su tecnología de reconocimiento facial, incluyendo del mismo modo nuevas funcionalidades como los llamados 'Animoji', una variante de los emoji comunes que nos permite transmitir nuestras expresiones faciales, grabarlas y enviarlas a nuestros amigos, siempre y cuando el proceso se realice mediante iMessage.
Por su parte, los sistemas de reconocimiento facial, como única forma de seguridad biométrica para guardar los datos de un smartphone, no dejan de tener más desventajas a día de hoy que un lector de huellas dactilares, una tecnología mucho más perfeccionada y precisa que el recientemente anunciado FaceID. Así por ejemplo, en la propia presentación del iPhone hace dos días se pudo ver como el reconocimiento falló en un primer terminal de Apple, saltando el código numérico para desbloquear. Ante esto, el ejecutivo de Cupertino simplemente utilizó otro iPhone X para continuar con la presentación mostrando las funcionalidades, pero sin escapar del minúsculo fallo en directo que ha ocasionado algunas dudas ante la tecnología presentada por la compañía.
Obviamente con el paso de los años, las tecnologías actuales han avanzado en gran medida respecto a las que podíamos ver seis años atrás. Sin embargo, eso no deja de lado el hecho de que Apple haya basado el punto más fuerte de su mayor apuesta hasta el momento, con el iPhone X, en una tecnología que fracasó desde el inicio como es el dispositivo Kinect de Microsoft, y que no ha conseguido remontar desde entonces.
vía: eurogamer