Rise of the Tomb Raider bajo lupa en Xbox One
Con el Fallout 4, Lara Croft ha sido eclipsada de una forma nunca vista, ya que su Rise of the Tomb Raider debutaba con la misma fecha de lanzamiento, un fallo muy gordo de Crystal Dynamics y Square Enix, y más teniendo en cuenta que por ahora es un juego exclusivo para Xbox One, lo que le limita bastante a la hora de cosechar un buen número de ventas.
Rise of the Tomb Raider llega a la Xbox One a una resolución primaria de 1920 x 1080 píxeles acompañado del obligatorio filtro anti-aliasing limitado a 30 FPS, aunque con una calidad de las texturas bastante flojitas, siendo lo curioso que en las escenas cinematográficas se mejora algo la calidad pero la resolución cae a 1440 x 1080p, siendo lo curioso que cuando se vuelve al juego, se repite que muchas texturas parecen ser de peor calidad que otras paras aliviar carga a la consola, cuando lo más lógico hubiera sido lanzar el juego a unos nativos 1440 x 1080p que podrían haber arrojado unos mejores resultados.
Un claro ejemplo es la primera foto que pusimos al inicio, donde vemos a Lara en una preciosa montaña donde se ve la ausencia de dientes de sierra y un bonito efecto de iluminación, pero ciertas partes de la montaña se ven bastantes difuminadas.
Todo ello se promete que irá a 30 FPS, y sí, mayormente lo hace, pero cuando entramos en momentos de acción (combates) o salimos a entornos abiertos, ya podemos ver como el rendimiento se viene a pique, llegando a caer hasta los 23 FPS en el peor de los casos. Por otro lado, se muestran unas físicas que carecen de realismo, si bien la nieve y el hielo son lo suficientemente convincentes, las piedras o madera son completamente lo contrario.
A ello se le suma un desenfoque de movimiento que afecta negativamente al rendimiento de la consola y la Oclusión Ambiental, que no funciona del todo bien en objetos a larga distancia mostrando unas sombras poco naturales.